Cromo
Aunque
la función biológica del cromo fue propuesta inicialmente en 1954, no fue
aceptado como un nutrimento esencial hasta 1977, tiempo en que cuando los
pacientes que recibían alimentación parenteral total, mostraban anormalidades
en el metabolismo de la glucosa, los que se podían revertir tomando cromo como
complemento nutritivo.
Las
bajas concentraciones de cromo existentes en los alimentos, en los tejidos y en
los líquidos corporales han requerido de técnicas más precisas y sofisticadas
de análisis, así como de nuevos materiales de referencia para las mediciones
exactas.
La
valoración precisa del cromo en los alimentos ha sido muy fácil, ya que el
cromo biológicamente activo y el cromo inorgánico no puedes distinguirse entre sí.
Los análisis realizados antes de 1980 deben considerarse con cautela en virtud
de que las determinaciones estaban plagadas de problemas analíticos y de
contaminación.
La
levadura de cerveza, los ostiones, el hígado y las papas tienen elevadas
concentraciones de cromo; los mariscos y peces marinos, lo granos enteros, los
quesos, el pollo, las carnes y el salvado de cereales, tienen un contenido de
cromo intermedio. Al refinar el trigo y otros cereales, junto con eliminarles
el germen y el salvado, se les elimina por completo todo su contenido de cromo.
La refinación del azúcar de caña o de remolacha elimina el contenido de cromo
de estos vegetales, quedando alguna cantidad solo en la melaza. Los productos lácteos,
las frutas y los vegetales tienen poco cromo. (Tabla 5-1).
El
consumo promedio habitual de cromo fluctúa alrededor de 25 mcg por día por habitante,
para las mujeres y 35 mcg por persona y por día para los varones. La
recomendación de cromo no se ha establecido en la USDA, el NHANES, o el Total
Diet Study, debido a metodologías inadecuadas.
La
leche humana que se ha analizado en condiciones cuidadosamente controladas con
normas apropiadas, contiene de 3 a 8 mcg por litro. De acuerdo con Anderson et
al. (1993), es prácticamente imposible que los lactantes exclusivamente
alimentados al seno materno obtengan la ESADDI actual para el cromo. (La concentración
de cromo en la leche humana es independiente de las concentraciones que típicamente
se encuentran en los alimentos, en el suero sanguínea y en la orina).
Consumo alimentario diario estimado como
seguro y adecuado
La ESADDI para el cromo es de 50 a 200 mcg por día para
personas de siete años en adelante. Dependiendo de la edad del niño, se ha
establecido una ESADDI de 10 a 120 mcg por para los más pequeños y para los lactantes se recomienda ver
el cuadro 5-6.
Absorción, transporte,
almacenamiento y excreción
Al igual que con otros minerales, las formas orgánicas e
inorgánicas del cromo se absorben de manera diferente. El cromo orgánico se
absorbe fácilmente, pero el cuerpo lo elimina con rapidez. Se absorbe menos de
2 % del cromo trivalente que se consume. La absorción de este oligoelemento
aumenta con la presencia de oxalato y es más elevada en animales con
deficiencia de hierro que en aquellos con un estado adecuado del mismo mineral.
Esto último sugiere un factor común con aluna vía de absorción del hierro. La
absorción del cromo alcanza una meseta, donde permanece a consumos alimentarios
de 40 mcg o más por día; a tales consumos aumenta la excreción urinaria para
mantener el equilibrio. La absorción del cloruro de cromo se modifica según el
tipo de carbohidrato alimentario que se consuma; el almidón, más que el azúcar,
aumenta la absorción. La absorción de los iones de cromo del picolinato de
cromo es mayor que la de los del cloruro de cromo, cuya eficacia de absorción
es de tan solo el 2 % o menos.
Tanto el cromo como el hierro son transportados por la
transferrina; sin embargo, la albumina también pude asumir este papel cuando es
alta la saturación de hierro en la transferrina. Las globulinas alfa y beta, lo
mismo que las lipoproteínas también fijan el cromo.
El cromo inorgánico es excretado principalmente por el riñón
y pequeñas cantidades se pierden a través del pelo, el sudor y la bilis. El
cromo orgánico es excretado principalmente a través de la bilis. El ejercicio
enérgico, los traumatismos físicos y un mayor consumo de azúcar simple,
originan más excreción de cromo, lo que sugiere una mayor utilización.
Funciones
El cromo potencia la acción de loa insulina y como tal,
influye en el metabolismo de los carbohidratos, los lípidos y las proteínas.
Aunque no se ha identificado claramente la índole química de la relación entre
el cromo y la actividad de la insulina, es posible que este tenga un efecto benéfico
sobre las concentraciones séricas de triglicéridos en pacientes con diabetes
mellitus no dependiente de la insulina (Lee y Reasner, 1994).
Es controvertible la función propuesta para el cromo en
el factor de tolerancia a la glucosa. Se ha identificado un posible complejo de
cromo y acido nicotínico, pero no se ha establecido su estructura química con técnicas
modernas (Baumgartner, 1993). Se cree que este compuesto de cromo regula la síntesis
de una molécula que potencia la acción de la insulina. Otra posible función del
cromo, similar a la del zinc, estriba en la regulación de la expresión de los
genes.
Deficiencia
La deficiencia de cromo produce resistencia a la acción
de la insulina y anormalidades en las concentraciones sanguíneas de glucosa y
de lípidos, que pueden mitigarse tomando este oligoelemento como complemento nutritivo.
Pueden presentarse consumos insuficientes de cromo en Estados Unidos, pero es más
probable que exista una importante deficiencia o carencia en poblaciones cuyo
consumo de cromo es muy bajo como en algunas regiones de Chile (Anderson et
al., 1997a). En las primeras fases del desarrollo y del en el empleo de la
alimentación parenteral total, algunos individuos que recibieron este tipo de
alimentación, mostraron claras alteraciones en la tolerancia a la glucosa o
hiperglucemia con glucosuria y respuesta refractaria a la insulina (Freud et
al., 1979; Jeejeebhoy et al., 1977). Los efectos de la
deficiencia de cromo en los animales incluyen alteraciones en el crecimiento,
elevación en las concentraciones séricas de colesterol y triglicéridos, aumento
de la frecuencia de placas de ateroma aorticas, lesiones corneales y disminución
de la fertilidad y de la cuenta espermática.
Las aseveraciones recientes en el sentido de que la
ingestión de altas dosis de cromo (como picolinato de cromo) mejora la fuerza,
la composición corporal, la resistencia y otras condiciones físicas, son aun
controvertibles para algunos “expertos”, ya que algunos estudios apoyan estas
aseveraciones y otros no. (Anderson, 1998; y Lukaski et al. (1996) no
encontraron beneficios derivados del consumo de complementos de cromo en cuanto
a la composición corporal o fuerza en varones sanos. Sin embargo, el ejercicio
de resistencia agudo y crónico aumentó las perdidas urinarias de cromo en los
varones que consumieron la fase I de la dieta de la American Heart Association,
sin complementos, (Rubin et al., 1998). Los investigadores llegaron a la
conclusión de que estas pérdidas podrían indicar una mayor absorción de cromo
durante el estudio que duro 16 semanas, sin embargo, podría también significar
una mayor utilización de cromo en los músculos inducida por el ejercicio.
Nutrición y Dietoterapia de Krause. L. Kathleen Mahan y
Sylvia Escott-Stump. Décima edición. Editorial Mc Graw Hill Interamericana
Editores S. A. de C. V. México D. F. 2001. Páginas 157 y 158. ISBN
970-10-3204-7